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ENTREVISTA a Marianela Boan

Por Vivian Martinez Tabares

CADIZ 2014

 

En el recién concluido Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, el XVIII Encuentro Iberoamericano de Mujeres de las Artes Escénicas distinguió a la coreógrafa cubana Marianela Boán con el Premio La Glo, una estatuilla metálica que representa la paridad de género como criterio cultural y que antes ha distinguido a figuras como la actriz y maestra española-ecuatoriana Charo Francés, la directora costarricense María Bonilla y el colectivo guatemalteco Las Poderosas, entre otras.

 

Marianela volvió a sacudir al público gaditano y a espectadores llegados de este lado del Atlántico en el Teatro Falla, esta vez con Caribe Deluxe y la Compañía Nacional de Danza Contemporánea de la República Dominicana, como antes lo había hecho con Chorus Perpetuus, al frente de DanzAbierta. Camino a una de las últimas funciones del evento, conversamos mientras compartimos un vino de Jerez en un café del Cádiz antiguo.

 

Te han dado un premio por una trayectoria de vida. ¿En qué momento te encuentras ahora?

 

–Estoy exactamente en un momento en el que me cuestiono todo lo que estoy haciendo. Me están dando un premio por una trayectoria de muchos años, pero al mismo tiempo casi acabo de empezar una etapa de mi vida, hace cuatro años con esta Compañía Nacional de Danza Contemporánea de la República Dominicana. Yo veo muy claramente tres etapas: mi etapa cubana, mi etapa estadounidense y mi etapa dominicana.

 

¿Cómo definirías cada una?

 

–La etapa cubana, incluyendo a Danza Contemporánea de Cuba, que fue lo primero, es un período de formación, de aprendizaje, de descubrimiento, de reafirmación, de adquirir una disciplina y también de darme cuenta de cuál era mi diferencia y mi necesidad. De ahí surge DanzAbierta, como un laboratorio muy radical donde yo empiezo a fundar una serie de principios y a probar ideas muy personales, también muy a tono con toda una generación. De alguna forma ese trabajo llega a un clímax con Chorus Perpetuus, una obra en la que cristalizaron una serie de elementos que estuve probando durante casi 15 años.

 

Estados Unidos es otro período de negación –siempre hay una negación–, en el sentido de abrir más puertas, de ponerme en peligro. Allí me enfrento al trabajo con la tecnología, a la idea de trabajar con bailarines que no son fijos; al cambio de lenguaje, de idioma, de cultura, de problemas sociales; a la idea de reinventarme prácticamente desde cero en un espacio territorial diferente; la no dependencia de la territorialidad cubana como creadora.

 

La República Dominicana creo que es una síntesis de todo eso, pero es sobre todo una vuelta al Caribe, el descubrimiento de mi parte pedagógica, muy profunda, al igual que en los Estados Unidos, pero mucho más. Siento que estoy en un momento de mucha entrega, de dar todo lo que he aprendido y experimentado y quisiera hacerlo más en Cuba. Creo que en Cuba podría aportar muchísimo, porque estoy en una etapa de mi vida de dar. Y al mismo tiempo siento que he llegado a un punto en el cual lo que hago está muy claro para mí. Yo tengo un estilo, una manera de hacer y de formar. Mi bailarín es siempre muy parecido, lo mismo el cubano que el estadounidense que el dominicano, siempre tienen una actitud escénica y vital muy semejante, y es porque hay una manera muy específica de trabajar con el intérprete.

 

En este momento yo me estoy cuestionando todo mi estilo, lo siento tan consumado, lo puedo describir tan claramente y lo veo tan claramente, que no me quiero repetir.

 

¿Cómo lo describirías?

 

 

 

Con su compañía, Alejandro Aguilar y Freddy Ginebra

 

–Toda la cuestión de la contaminación, la mezcla, el cambio de un paso a otro, de un lenguaje a otro, la negación del bailarín per se, como personaje. Yo elimino al bailarín como personaje completamente, no me gusta que se note que son bailarines. Desde DanzAbierta yo empecé a eliminar la idea de que “yo soy bailarín y luego todo lo demás”, de pasar a un primer plano. Para mí no se trata de un bailarín que encarna un personaje sino que es la persona misma que encarna una situación que deviene un personaje, pero que nunca tampoco lo es del todo. Mi trabajo es tan conceptual que nunca llega a ser un personaje en el sentido convencional. Valoro el bailarín creador, el bailarín multifacético, el espectáculo con estructura de collage, la frontalidad, la presencia del humor.

Si alguno de esos elementos no está, yo no estoy conforme. Si una obra es muy seria y no tiene humor, yo digo: esto no es mío todavía. Me pregunto desesperadamente dónde está el humor, y si no está, no sirve. Si no hay una idea de que el bailarín pueda desdoblarse en otro lenguaje, no es mío; si no hay una búsqueda en el movimiento específico de esa obra, si no hay algo que pase con el vocabulario, tampoco me convence, y si no hay un trabajo con el objeto, tampoco. Y si no hay una dramaturgia muy diversa, muy diversa, y al mismo tiempo muy unificada, tampoco me convence.

 

Creo que te falta una cosa.

 

–¿Cuál?

 

Que en tu trabajo siempre hay una gran vocación cívica.

 

–Sí, yo la llamo épica, pero es cívica. La idea de salvar la ciudad para mí siempre está presente. Me fui de Cuba porque pensé que yo no iba a salvar la ciudad. Una de las razones más grandes por la que yo decido tomar otro camino profesional y probar otras cosas, otros terrenos, es porque yo sentí que no iba a poder contribuir a eso, sentía que era como echarle agua a una piedra, que iba contra un muro, que yo no iba a poder hacer ninguna contribución. Me fui convencida de que si no lo podía hacer, no valía la pena.

 

Decidí experimentar en otros campos, estudiar, trabajar con la tecnología, que nunca había podido hacerlo, y trabajar con otros bailarines, porque lo que quería hacer a nivel cívico no iba a poderlo hacer.

 

En los Estados Unidos resulta que estaba pasando algo terrible con el gobierno de Bush: la guerra de Iraq y cosas espantosas a las que no me pude sustraer, y también empiezo a crear piezas supercríticas. Tú viste Lifting, yo caminando por Lincoln Road, viendo a la gente modelando aquellas trusas, y las bombas cayendo en Bagdad. Voy al [Salvation] Army porque me dicen que allí había trusas del ejército, y efectivamente, encuentro unas trusas de camuflaje maravillosas. Todas mis obras en los Estados Unidos son profundamente cívicas, todas analizan la actitud del hombre en relación con el objeto, en relación con la imagen, todas son una crítica brutal al capitalismo del primer mundo, al mundo informático con la falta de afecto en la estructura, a cómo se mueven las relaciones culturales, o sea, expresan mi posición frente a cosas contra las que yo siento que no puedo hacer nada, pero tengo que hacer, no lo puedo evitar.

 

Cuando llego a Dominicana me pasa lo mismo. Siento que estoy muy atada a esa perspectiva. Toda mi vida he tratado de no hacer eso, de ser más abstracta, más poética. Pero qué me pasa, casi siempre cuando me enfrento a eso, no lo creo. Cuando veo a creadores que hacen lo poético con lo que ya está establecido como poético, o lo ambiguo que ya está establecido como ambiguo –hay una serie de códigos establecido en la actitud y en la manera de expresarse de esa gente, que yo detesto profundamente–. Toda la vida he luchado contra eso que es como una moda, ciertos formalismos. Tú sabes que mis obras son un poco ríspidas, en Caribe Deluxe no hay un solo elemento decorativo, ni siquiera un telón, y es porque he sido muy agresiva con el entorno dominicano, que es muy conservador y que no comprende mi trabajo, y en Caribe Deluxe la cosa es “a saco”, muy fuerte. Sed es una obra un poco más concesional, y es que estoy entrando en ese territorio con mucha delicadeza, pero cuando me sentí agredida hice Caribe Deluxe, que es una obra muy radical para el país y tuvo una polémica tremenda.

 

Detesto esos elementos “poéticos”, pero también me he preguntado dónde está mi parte femenina, mi parte más vulnerable, más íntima. Quisiera poder poner en escena, por ejemplo, lo que pasó con mi mamá, lo familiar, el dolor humano, físico, cómo llegar ahí. A estas alturas de mi vida, con 60 años, estoy preguntándome cómo puedo llegar como creadora a otros registros, que no son los que he manejado hasta ahora.

 

Has dicho que podrías ser útil también en Cuba. Si ahora mismo te plantearas que el mes que viene te vas allá, ¿qué harías?

 

–Lo primero, hacer una obra, me encantaría hacer una obra con los bailarines cubanos, con los de DanzAbierta o con los de Danza Contemporánea o con los de Retazos…, o hacer una audición y que vengan los que están interesados y escoger un poquitín de bailarines, pequeño –sabes que me gustan los grupos pequeños– y sería un terreno interesante para llegar a esto que te estoy diciendo, porque vengo como limpia de la cosa social, política, épica, sería como un retorno a mí misma. Aunque cuando llegue allí seguro empiezo con la epicidad de nuevo, porque es mi tendencia. Pero lo primero sería hacer una obra, porque las veces que he ido ha sido para mostrar cosas y en muy poquito tiempo. También me gustaría enseñar, pero con profundidad. Estar un mes y hacer un trabajo intensivo, con las mismas gentes, y crear un núcleo multiplicador.

 

Te has presentado ante el público dos veces en Cuba. Una, hace alrededor de dos años, con Caribe Deluxe, que no pude ver entonces, y la otra en este Mayo Teatral con Sed y el Teatro Mella repleto.

 

–Primero estuve para dar un taller en Manzanillo, luego fui con Caribe Deluxe a un evento llamado Danza Cuba Baila, y después a Mayo Teatral con Sed. Fueron encuentros magníficos, tremendos, yo los necesitaba mucho. Mucho, mucho, mucho. Me preocupa un poquito que creo que me he convertido en algo mítico. Soy muy realista, si no cómo hubiera podido llevar esta carrera tan cambiante y tan autoconsciente. No me gusta creerme cosas que no son.

 

Con Chorus perpetuus yo dejé a la gente así como ¡ahhhhhhhhh! y me fui. El público se había fascinado con mi carrera por años y cuando regresé era muy esperada. No sé si por lo que represento, sentí que yo era algo importante para el medio y para el público, por alguna razón. No sé si es porque devuelvo un rigor. O si es por algo que está faltando en el medio, que se supone que yo porto. Creo que algo de eso era lo que estaba regresando, más allá de mi obra específica, y me dio mucha alegría recibir el cariño de la gente.

 

En Cuba siento mi obra mejor leída que en cualquier otra parte, allá se lee con una integridad tremenda. Incluso hay generaciones que no me siguieron, que no tienen idea de mi trabajo ni están acostumbradas a mi manera de hacer, que me estaban esperando.

 

Soy muy fuerte en insertar la cultura real dentro de la cultura más elitista, inserto mucho lo folklórico y lo popular en mi trabajo y eso choca mucho a ciertas élites, a gente de cualquier ideología y generación, porque hay una idea cliché que cree que la cultura es aséptica, que la “alta cultura” o lo más sofisticado o rebuscado y académico es ajeno a la vida. Y hay quien me ha rechazado por eso. Me he pasado la vida diciendo que hay que meterse en la pata de los caballos para hacer las cosas, no quedarse fuera sino mirarlo desde dentro. Por eso a veces propongo cosas que no sé cómo van a recibirse. En Cuba es donde mejor me siento, donde creo que porto algo de lo que se carece, que podía aportar de nuevo.

 

¿Qué significa el Premio La Glo?

 

–Todos los reconocimientos que no he tenido, porque si hubiera querido hace años más reconocimientos, me hubiera quedado quietecita en Cuba. Perdí la Medalla Alejo Carpentier, que me iban a dar justo cuando me fui, y me lo dijeron. Hubiera tenido una serie de reconocimientos, que no he tenido, incluido el Premio Nacional de Danza, y al mismo tiempo a veces me he puesto un poquito triste por eso. Pero para mí lo más importante es que las obras que haga sean buenas.

 

Recibir La Glo es compensarlo un poco, porque en la República Dominicana tampoco me reconocen de esas maneras, no saben quién soy realmente. Allí llevo cuatro años y no tienen por qué reconocerme. Los que tienen un sentido de qué ha sido toda mi vida son los cubanos. Por otra parte, me encanta que quien me reconozca sea el Encuentro de Mujeres porque es como un mundo aparte que te está siguiendo, que no tiene que ver con un país en específico, sino con conceptos y con valores.

 

En el camino de cuestionarte a ti misma, ¿qué haces ahora?

 

–Estoy en el proceso de preparación de una nueva obra y vamos a realizar una gira nacional con mi compañía, que comprende presentaciones de lo que he llamado Espectáculo Didáctico de Danza Contemporánea y que estamos haciendo en seis bachilleratos de la capital dominicana, para promover este arte entre los jóvenes. También nos presentaremos en la Plaza de España de la Zona Colonial de Santo Domingo y en el fabuloso anfiteatro de Altos de Chavón con la obra Extraña belleza, creada para nosotros por Pepe Hevia, fundador de DanzAbierta. Además, estaremos en Colombia los días 19 y 20 de noviembre con Caribe Deluxe, como parte del Festival de la Ciudad de Bogotá en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo.

 

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